Los mundos terminan. Con sangre y fuego, en violentas ausencias o férreos silencios. Los mundos terminan cuando los pasos desfallecen y los corazones, derrotados e indefensos, se rinden al peso injusto del tiempo Rebeldes, porque sí, lanzamos en un planeta por completo a la deriva una discreta convocatoria. Queríamos concretar un deseo y conseguir, tras una bárbara infinidad de privaciones y desvelos, una primera antología. Buscábamos, con un título, conseguir la permanencia de un querido recuerdo. Diecisiete cuentos, diecisiete ilustraciones de las más variadas tesituras, motivos y esfuerzos terminaron por convencernos: mundos que llegaban a su fin entre gritos, sombras y pesadillas nos impulsaron a confiar de nuevo; a abrazar con brazos fuertes y correctos la posibilidad, irrevocable, que pueden esconder los sueños. Entre discretos temblores y certeras metrallas, despedimos anteriores páginas y abrazamos, sin duda alguna, las que vengan por delante Rogelio Vega