Cuando Natalia Toledo era pequeña, en Juchitán, ella y sus amigos hacían popo al aire libre; para limpiarse, juntaban olotes y piedras lisas. Como los baños eran solo para adultos, los niños y los animales formaban una comunidad que defecaba detrás de las casas del pueblo; juntaban olotes y piedras para limpiarse, se acompañaban o se hacían bromas. Caminar entre las calles y los patios, hacer popó entre amigos, organizarse para luego ir a jugar, era parte de la libertad de ser niños, viviendo la vida compartida y sin vergüenza.